Según el OECD-FAO Agricultural Outlook 2014-2023, se prevé un crecimiento de la producción láctea mundial de 180 Mt para el 2023 (comparado con los años base 2011-2013), la mayoría de la cual, un 78%, se vaticina provendrá de países en desarrollo”.
Este incremento obedece particularmente al crecimiento de la población y de sus ingresos, seguido por la creciente popularidad y demanda de productos lácteos, principalmente debido a la occidenatlización de las dietas y gustos de los consumidores en países en desarrollo.
Ya desde el año 2012, EE.UU. fue líder mundial produciendo casi 91Mt, seguido de India con 54Mt y China produciendo cerca de 38Mt. Brasil y Alemania ocuparon la 4ª y 5ª posición del ranking mundial produciendo 32.3Mt y 30.5Mt respectivamente.
En comparación con la India, China tiene una menor producción y consumición de leche y otros productos lácteos, pero China está demostrando tener un papel importante en le mercado internacional de la industria láctea. A pesar de tratarse de un mercado tradicionalmente dominado por las industrias lácteas líderes Nestlé (28,3 billones USD, 2013 facturación), Danone (20,2 billones USD) o Lactalis entre otros (19,4 billones USD), según RaboBank, en el año 2014 los gigantes procesadores lácteos chinos Yili y Mengniu incrementaron sus ventas en un 14% y 20% respectivamente. Yili (7,6 billones USD) ha entrando por primera vez en el ranking mundial de top 10 marcas lácteas, justo después del 9º puesto ocupado por el americano Dean Foods (8,6 billones USD).
Durante los últimos treinta años, la producción láctea china al igual que su consumo ha crecido enormemente, produciendo en 2012 cerca de 38Mt de leche, con aproximadamente 12% de media de crecimiento anual desde 2000.
Inicialmente, la leche era producida por pequeños granjeros dispersos pero, después del año 2000, el país experimentó un rápido crecimiento de la producción de leche junto a una voraz competencia entre las industrias lácteas. Un gran número de productos lácteos fueron introducidos y las mayores industrias lácteas empezaron a ampliar sus cadenas de suministro adquiriendo leche de regiones distintas a las tradicionalmente proveedoras de leche. Así se originó y creció la consolidación del sector donde pequeños granjeros y procesadores lácteos empezaron a desaparecer. En 2006, las cuatro gigantes industrias lácteas de capital doméstico privado (tales como Yili o Mengniu) representaron casi el 50% de todas las ventas de productos lácteos, siendo el otro 50% más de 700 pequeños procesadores. A pesar del proceso de consolidación, más del 80% de las granjas de leche chinas criaban menos de 5 vacas.
Debido a la falt
La creciente demanda de leche y su consiguiente incremento de producción dio lugar a una feroz competencia entre las industrias lácteas, donde los mayores procesadores presionaron la bajada de precios a través de toda la cadena de suministro. Así, empezaron a surgir problemas de adulteración al añadir agua u otras substancias, culminando esta práctica con el conocido escándalo de la melamina en 2008. 6 bebés murieron y cerca de 300.000 bebés y niños resultaron intoxicados.
El escándalo de la melamina supuso un punto de inflexión de la industria láctea en China pues el consumo de leche cayó por primera vez desde finales de los años noventa. Previsiblemente, el escándalo cambió drásticamente la confianza de los consumidores en los productos lácteos nacionales abriendo importantes nuevas oportunidades de negocio a industrias extranjeras. A pesar de sus elevados precios, las familias chinas de clase media y alta elegían productos importados en lugar de productos nacionales, especialmente leche infantil.
Incluso a pesar de quedar demostrado que fueron los grandes procesadores y comerciantes los responsables del escándalo de la melamina, la reacción del Gobierno fue impulsar el proceso de consolidación mediante la promoción de modelos de gran escala a través de toda la cadena láctea, desde la producción hasta la comercialización, expulsando así a muchos pequeños productores del mercado lácteo. Los procesos de producción fueron estandarizados siendo uno de los principales objetivos de la política el cumplimiento de medidas de seguridad alimentaria con el fin de reestablecer la confianza de los consumidores.
Como consecuencia de su entera restructuración y proceso de consolidación, la industria láctea china se enfrenta, a día de hoy, a nuevos retos: parece abocada al modelo norteamericano de agronegocio de “Concentrated Animal Feeding Operations” (CAFOs) donde, según describe la US EPA, los animales son criados y explotados en condiciones de confinamiento. En este contexto, ¿cómo podrán los productores a pequeña escala de más del 50% de la leche cruda afrontar este proceso? Además, ¿cómo gestionará el Gobierno chino el incremento de consecuencias medioambientales, tales como la contaminación de fuentes difusas, o problemas de salud pública como la resistencia bacteriana debido al uso excesivo de antibióticos por la industria?
Estas y otras cuestiones deberían ser tratadas de forma global como preocupación común de países industrializados. A su vez, al estar previsto en China un incremento del consumo de productos lácteos de cerca de un 40% para el año 2022, será necesario observar los futuros impactos en el mercado global.