Son muchas las circunstancias que se dan día a día en la colaboración entre proveedores y clientes, que pueden ser un nuevo riesgo a incluir dentro de nuestra gestión de alérgenos.
Por ejemplo, industrias que además de su producción propia también dan un servicio externo (fileteados, envasados, etc) a terceros. Esto implica la entrada de un alimento en las instalaciones que podría contener uno o varios ingredientes alergénicos. O, al contrario, empresas que envían su producto para que otra le aplique un tratamiento, lo encapsule, envase, etc., proveedores que trabajan con alérgenos en polvo, muy volátiles y difíciles de limpiar. Además, no nos debemos olvidar del transporte, camiones cisterna que trasladan diferentes materias primas alergénicas. En consecuencia, es necesario controlar estas entradas y salidas de materias primas y productos manipulados por terceros.
Para valorar nuestros riesgos de forma efectiva, hemos de conocer perfectamente el contenido de alérgenos de las materias primas/productos que entran en nuestras instalaciones, de manera que es primordial evaluar los siguientes puntos:
De la misma manera que incluimos autocontroles a nuestros procesos para garantizar que se cumplen todos los requisitos y así minimizar los riesgos en nuestra instalación, también es muy razonable establecer periódicamente estos mismos controles a nuestros proveedores.