Las alergias alimentarias son la respuesta exagerada de nuestro sistema inmunitario ante el consumo, contacto o inhalación de un alimento, de sus derivados o de un aditivo contenido en el mismo. Son un problema cada vez más importante de salud pública ya que su prevalencia va en aumento.
La gestión de alérgenos en la industria alimentaria no es un sistema nuevo sino que es ya parte integrante de la gestión y seguridad alimentaria. Un sistema eficaz de gestión de alérgenos debe tener en cuenta todas las operaciones, desde el suministro de materias primas hasta la producción, manipulación o envasado.
La legislación sólo obliga a informar de la presencia de 14 alérgenos en los alimentos, bien porque estén incluidos en la lista de ingredientes o bien porque se produzca una contaminación cruzada durante su elaboración o distribución.
Sin embargo, la gestión de alérgenos debe estar integrada en las Buenas Prácticas de Fabricación (BPF) y en el Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (APPCC) con el objetivo de evitar contaminaciones y reducir al máximo la aparición de alérgenos en los productos de forma no intencionada.
Sin duda, este proceso pasa por ser conscientes de cuál es la composición de las materias primas utilizadas y tenerlas organizadas, pero también será fundamental que la producción se realice de manera ordenada y se lleve a cabo una exhaustiva limpieza.
Nuestro objetivo fundamental como empresa dedicada al control y la seguridad alimentaria, es informar mediante una serie de “posts” acerca de los principales riesgos a los que se enfrentan los operadores de la cadena durante las diferentes etapas en la elaboración, producción y distribución de sus productos, así como de las herramientas preventivas que tienen a su alcance para poder asegurar el correcto etiquetado de los productos elaborados y proteger así al consumidor sensible a dichos alimentos.
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