El pasado 21 de febrero se ha publicado la Orden AAA/275/2013 por la que se  incorpora a nuestro ordenamiento jurídico la Directiva de Ejecución 2012/31/UE de la Comisión, de 25 de octubre de 2012. De esta forma, se modifica la lista de especies de peces sensibles a la septicemia hemorrágica vírica y la supresión de la entrada correspondiente al síndrome ulceroso epizoótico.

Comemos queso desde hace 9.000 años. Así lo ha desvelado una colaboración entre investigadores británicos, estadounidenses y polacos. Según su trabajo el queso ya formaba parte de la dieta de los humanos en el Neolítico (7.000 a. C). La prueba son unos fragmentos de vasijas que presentan una serie de agujeros que son muy parecidos a los coladores que en la actualidad se usan para la elaboración del queso. En estas vasijas de cerámica se han encontrado grandes cantidades de ácidos grasos de la leche. Los científicos afirman, sin lugar a dudas, que estos restos arqueológicos fueron usados para separar la grasa del lactosuero de la leche. Era una práctica muy extendida, puesto que se han encontrado restos en multitud de asentamientos en la península de Anatolia (7.000 a. C.),  Europa y África (6.000 a. C).

La mezcla desconocida de leche de diferentes especies es un fraude común en el sector quesero. Los precios de las diferentes especies de leche hacen que se puedan adulterar las más caras con las de menor precio. Esta adulteración es especialmente importante para los fabricantes de queso, no sólo por razones económicas, sino también porque las mezclas desconocidas leche pueden producir cambios en las propiedades sensoriales finales y reducir la calidad del producto. Además, los productores de queso necesitan asegurar que el queso puro no contiene leche de otras especies por motivos de etiquetado.

La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica EAACI ha lanzado una 'Declaración Pública Europea sobre Alergia a Alimentos y Anafilaxia' en la que se hace un llamamiento a los legisladores y responsables políticos europeos y nacionales para que reconozcan y apoyen la lucha contra la alergia a alimentos y la anafilaxia.

Productos químicos naturales que se encuentran en el té verde y el vino tinto pueden interrumpir un paso clave de la vía de la enfermedad de Alzheimer, según una nueva investigación de la Universidad de Leeds (Reino Unido), publicada en 'Journal of Biological Chemistry'.